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Los manuscritos del orador
[spr]“Nuestro mundo ha cambiado y cambiará. Cambia constantemente.
Cambian sus colinas, sus ríos y sus lagos.
Aparecen montañas y grandes islas se hunden bajo el mar.
Brotan y crecen árboles y plantas, cada día diferentes.
Grandes selvas se convierten en desiertos por el paso del tiempo.
Cambian las leyes que rigen nuestro mundo, cambian los vientos.
Nacen y mueren criaturas, hasta algunas se extinguen.
Nacen y mueren civilizaciones de criaturas racionales, se unen, se destruyen, se separan…
Cambian las costumbres y la cultura, lo ritos y los palacios.
Hasta han llegado a cambiar los dioses que nos gobiernan.
Pero los cambios más importantes son radicales, inesperados y hacen cambiar el curso de nuestro mundo.”
[/spr][spr]“Nuestro mundo ha cambiado y cambiará. Cambia constantemente.
Cambian sus colinas, sus ríos y sus lagos.
Aparecen montañas y grandes islas se hunden bajo el mar.
Brotan y crecen árboles y plantas, cada día diferentes.
Grandes selvas se convierten en desiertos por el paso del tiempo.
Cambian las leyes que rigen nuestro mundo, cambian los vientos.
Nacen y mueren criaturas, hasta algunas se extinguen.
Nacen y mueren civilizaciones de criaturas racionales, se unen, se destruyen, se separan…
Cambian las costumbres y la cultura, lo ritos y los palacios.
Hasta han llegado a cambiar los dioses que nos gobiernan.
Pero los cambios más importantes son radicales, inesperados y hacen cambiar el curso de nuestro mundo.”
Hace mucho, mucho tiempo, la magia en nuestro mundo, llamado entonces Grepolis, era completamente desconocida. La armonía y la paz reinaban en las tierras dominadas por los humanos como había sido siempre durante decenas de generaciones. Sus tierras, el Viejo Continente, quedaban divididas pacíficamente entre nueve reinos, cada uno gobernado por un único rey.
Los grandes dioses del momento, complacidos por las adoraciones y sacrificios de los hombres durante eras, decidieron otorgar un don especial a esos seres. Tras varias estaciones observando a los humanos, acordaron como iban a intervenir. Hubo un dios que se opuso al acuerdo aunque el proyecto siguió adelante.
Los dioses entraron en el cuerpo del humano que consideraron más sabio de cada reino y, al salir de él, les transmitieron un conocimiento que denominaron magia.
Los nueve sabios emplearon su don para mejorar la vida de su pueblo. Se construyeron grandes murallas, espectaculares torres y puertos para demostrar su poder ante todos los seres de Grepolis.
Pronto, los celos de los demás humanos llevaron a cometer atrocidades para que se les fuera entregado el don a los demás, pero los sabios no sabían cómo transmitir la magia. Las guerras empezaron y la paz que mantenía la tranquilidad entre los pueblos se rompió en pedazos.
Así, los templos fueron perdiendo su uso hasta quedar abandonados o utilizados como almacenes de víveres y armas para las eminentes batallas.
Uno de los sabios, Gurth, contactó con el dios que no había querido entregar aquel don a los mortales, Hades, dios de la guerra. Se rumoreaba que tenían un acuerdo: si Gurth acababa con los demás sabios, Hades lo convertiría en un dios. La noticia, a través de una divulgación distorsionada, llegó a todas las partes de cada uno de los reinos que, de inmediato, se centraron en atacar conjuntamente a Gurth.
Los 8 sabios sabían que Gurth acabaría con ellos. Decidieron repartir la magia por Grepolis, para que estuviera al alcance de cualquiera y tener más posibilidades de debilitar a Gurth. Con la magia de los ocho realizaron un conjuro que agotó todo su poder, esparciendo la magia en diminutas partículas capaces de ser dominadas por cualquier criatura de Grepolis. Los ocho sabios establecieron las doce reglas de la magia de las partículas, pero justo el día que terminaron de escribirlas, los soldados hallaron su guarida en la ciudad de Anhk Tut y fueron capturados por Gurth.
Los ocho reinos se unieron formando una hermandad para luchar contra Gurth y liberar así a sus sabios dominadores de la magia. Se reclutó un ejército jamás visto, miles de soldados marcharon a la guerra, centenares de legiones, caballería, enormes pelotones de arqueros. El ejército de Gurth fue destruido en pocos días y cuando su derrota era clara, asesinó a los ocho sabios prisioneros. Los reinos unidos se enfurecieron y acabaron con todo rastro de vida en el noveno reino, mujeres y niños fueron vilmente asesinados.
Gurth se exilió a tierras desconocidas, esperando y estudiando la manera de recuperar su poder. Los ocho reinos lucharon entre ellos porque todos querían el antiguo territorio del noveno reino y culpaban a los demás de la pérdida de su mejor sabio. Durante años se luchó despiadadamente hasta que el viejo continente se dividió en tres grandes reinos, cuyas fronteras aún siguen siendo conflictivas. Mientras había guerra los humanos no complacían a sus dioses y éstos, que otorgaron la magia, arrepentidos y avergonzados de ello, decidieron abandonar Grepolis, dejando que los humanos corrieran su propia suerte. Todos se marcharon excepto Hades.
No encontraron la guarida de Gurth, pero aún vivía y no era un dios. Algunos oráculos predijeron que los ocho sabios volverían a Grepolis en forma no humana y que transmitirían su conocimiento a ocho seres de la misma forma que lo hicieron los antiguos dioses, creyeron que Gurth había destruido sus cuerpos, pero no sus esencias.
Los nuevos dioses, no fueron bien recibidos: las rebeliones y las guerras entre pueblos destruían sus símbolos. Las adoraciones no eran tan frecuentes y la costumbre de los sacrificios se perdió. Los dioses volvieron abandonar el viejo mundo, pero no Grepolis, puesto que en el nuevo mundo habían surgido nuevas civilizaciones, nuevos seres y nuevas creencias. Desde entonces fue el único territorio de Grepolis bendecido por dioses, pero ninguno de ellos sabía de la existencia de Gurth ni de Hades.
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